Dime como diriges y te diré quién eres…

En mercados altamente competitivos, la imagen de nuestra empresa tiene cada vez más importancia. Tener una identidad consolidada ayuda a ser visible para los consumidores. Los departamentos de comunicación tienen un trabajo ingente. Crear una campaña y recordar a los clientes que estamos aquí, es mucho más complicado. La reputación de nuestra empresa tiene un valor fundamental. La imagen y la identidad corporativa siembran en el consumidor la confianza necesaria para elegir nuestra empresa. Para llegar a la máxima confianza, el camino a seguir es conseguir la excelencia de nuestros productos y servicios. También construyendo una imagen de marca que atraiga a nuestro público. Todo bajo la idea de crear una identidad coherente y bien definida. La identidad corporativa desarrolla la personalidad de las empresas. Una personalidad que tiene mucho que ver con sus creencia y valores. Estos la hacen diferente y la identifican del resto. Aparece una identidad propia y una singularidad única.

El estilo de dirección tiene mucho que ver con la creación de identidad. La filosofía corporativa o la ética se sustentan en la dirección.  La cultura corporativa surge de las directrices que marcan el equipo de dirección. El liderazgo influye directamente en los comportamientos diarios del resto de miembros de la organización.  

Un estilo agresivo de dirección contamina la cultura de la empresa. Apostar por el individualismo o la competitividad tiene consecuencias. Se deteriora el trabajo en equipo, desciende la motivación de los trabajadores, enrarece el clima de trabajo.

Un estilo de dirección asertivo hace que la organización crezca de manera positiva. Los trabajadores se sienten parte del proyecto, están motivados, participan de la toma de decisiones, forman parte activa de los valores de la empresa. Una empresa más eficaz, optimista. Trabajadores que descuelgan el teléfono con una sonrisa. Que generan valor a la empresa.

La personalidad de la gerencia impregna la cultura de la empresa. Las normas de la dirección escritas o no escritas conforman su realidad. El estilo de dirección guía la historia de la empresa, su imagen, su identidad corporativa, y su reputación.

Ahora el consumidor sabe como somos, que valores tenemos, es el momento de decidir si nos compra o no. Si quiere formar parte de nuestra historia. Todo depende de la imagen que proyectamos. La experiencia de compra se impregna de la cultura de la empresa, quizás es el momento de cambiar de estilo, los resultados nos están esperando.

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